miércoles, 4 de noviembre de 2015

"LA ARAÑA PATONA" DE LETICIA FLORES DELFÍN

En esta ocasión tengo el gusto y privilegio de poder compartir el trabajo de mi amiga, la escritora mexicana, Leticia Flores, quien nos alecciona con esta deliciosa historia:



LA ARAÑA PATONA 

  
Una araña patona que vivía tranquilamente en el rincón de un tapanco salió a buscar alimento en una noche de luna llena. Iba atravesando el claro de una ventana cuando se encontró con una araña burlona. 
—¡Ah, con que sólo sales en las noches para que no vean que te falta una pata, eh! 
La araña patona hizo como que no la escuchó y continuó su camino. Consiguió su alimento y volvió a su rincón. Mientras comía recordó aquella tarde de verano cuando cruzó la sala y le salió al paso el gato Misifús quien, después de corretearla, de un arañazo le arrancó una patita.
—¿Cómo me fue a pasar eso a mí? Bueno, afortunadamente estoy viva, ya no quiero esconderme en la noche —dijo mirando las fotografías de sus amigos con los que ya no jugaba, aunque en repetidas veces fueron a verla.   
—Me siento tan sola —dijo, y suspiró tan fuerte que todos los hilos que había tejido comenzaron a vibrar. 
—¿Acaso seré la única que tenga una discapacidad? 
Frunciendo el ceño se contestó mientras acomodaba sus siete zapatos color melón al pie de la cama. 
—No lo creo. 
Y así, divagando, sin darse cuenta, se quedó dormida. 
Al día siguiente, lavó su hamaca de telarañas e hizo sus actividades cotidianas. Por la tarde, muy seria, se paró frente al espejo y decidida se dijo en voz alta: “Ya no me esconderé más. No se acaba el mundo. Aunque no sé qué hacer. Tendré que buscar alguna actividad para no sentirme triste, pero mi vida tiene que cambiar". 
Entonces, caminó hacia la casa de su comadre tarántula. Recordó que se reunían los domingos por la tarde para jugar, charlar y convivir. Después se iban a la verbena del parque Las Palapas. Al llegar no se decidía a tocar la puerta, tenía un poco de temor así que lo hizo quedito. Cuando le abrieron tomó una bocanada gigante de aire.  
—Hola, vine a tomar el cafecito con ustedes —dijo sonriente—. Recordé que se reúnen hoy y quiero comentarles que ya no me voy a esconder. En la vida te pasan cosas y no porque me falte una patita voy a vivir aislada. Total, a cualquiera le podría pasar, ya sea de nacimiento o por algún accidente, no sé… 
Todos se voltearon a ver, la hormiga al escarabajo; la abeja a la pulga; la cigarra a la termita, y se decían unos a otros: “Tiene razón”. 
—¡La vida tiene mucho que ofrecernos! —concluyó la comadre cucaracha casi gritando de emoción. 
—Bien por ti, comadre araña, haces muy bien en decidirte. Te felicito y siempre te apoyaremos. ¿Verdad, muchachos? 
—¡Pero por supuesto! ¿Si no para que estamos aquí? Entre todos nos ayudaremos —dijo la tarántula. 
La araña patona se dirigió al escarabajo. 
—Compadre escarabajo, quiero inscribirme a ese concurso de postres que organiza usted cada primavera, esta vez hornearé un exquisito pastel de zanahoria con nueces y almendras que me sale de rechupete. 
Luego le tocó el hombro a la cucaracha. 
—Comadre cucaracha, anóteme para la siguiente excursión de compras a Belice, necesito renovar mi guardarropa, la que tengo está muy pasada de moda, necesito colores, brillos, yo que sé. 
—Qué bueno que te animes a venir comadre araña —comentó la tarántula—, te esperamos todos los domingos para una rica convivencia. Si bien es cierto que ya no podrás concursar en la Carrera Anual del Limón, habrá otras actividades que sí podrás hacer. La vida te ofrece tantas cosas que solo tenemos que buscar cuáles son las mejores opciones para cada uno. 
Invitaremos a otros insectos que se encuentren en alguna situación parecida y nos animaremos unos a otros. 
De ahí en adelante la araña patona cada día tenía más amigos y era muy estimada por muchos.  



Leticia Flores Delfín

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